Este mes, en nuestro viaje cósmico, bajamos de la montaña de Capricornio para entrar en la comunidad de Acuario y sentirnos parte de la raza humana. En ese espacio ya no nos vemos a nosotros mismos como individuos aislados, sino como parte de una totalidad mayor. Es como si, de repente, un árbol que se veía a sí mismo como separado de los otros, se diera cuenta de que es uno con el bosque o como si una gotita de agua fuera lanzada de nuevo al mar y sintiera la plenitud de ser el océano.
Acuario nos habla de los avances tecnológicos, el internet, las telecomunicaciones, los viajes espaciales y los descubrimientos que nos han permitido reconocer que estamos hechos de los mismos elementos químicos que los planetas y que los aviones modernos se diseñan basándose en la forma de las alas de aves, como las águilas y los albatros.
Acuario es energía de unión, integración y síntesis. En los últimos años hemos pasado de una visión basada en la razón que separaba el conocimiento con la intención de dominar a la naturaleza a una de unificación que conecta diferentes disciplinas y considera el mundo en su unidad diversa. Es así como se han desarrollado disciplinas como la biomimética, que se inspira en la naturaleza para sus desarrollos.
Basados en el estudio y la observación de la flor de loto, se han diseñado materiales y pinturas con excelentes acabados y de fácil limpieza. La flor de loto siempre está limpia, gracias a su estructura, aunque crece en aguas pantanosas. Gracias a los nano pelos de esta planta, se han creado muchas telas repelentes a los líquidos.
Los ejemplos son múltiples. Desde pegamento que resiste al agua usando proteínas de mejillón que no son tóxicas, pasando por sistemas de alertas inspirados en ojos de insectos, hasta el famoso “Tren bala” de Japón, que está inspirado en el pico del ave martín pescador, para evitar el ruido que generaba al salir de los túneles.
Acuario se relaciona con la inteligencia ecológica, con la capacidad de ver el planeta de una manera compasiva. Nos invita a dejar de forzar a la naturaleza y utilizarla solo para nuestro provecho, mientras le devolvemos los desechos que no utilizamos, sin detenernos a pensar en las otras especies. Nos impulsa a observar la naturaleza, estudiarla, aprender de ella y a crear un futuro más sostenible, al tiempo que reconocemos que somos parte de ella. Estudiar la red de conexión entre los árboles, que ocurre por medio de sus raíces, es inspirador. La red es tan completa y fina, que no importa si los árboles pertenecen o no a la misma especie, se entienden y se apoyan entre sí, dándonos una lección de lo que significa la energía acuariana.
A nivel personal, Acuario nos lleva a reflexionar acerca de la interdependencia. También, a reconocer que gracias a las comunicaciones modernas, a los intercambios culturales y comerciales y a la velocidad con la que podemos viajar, debido a los avances alcanzados en las últimas décadas, estamos en un mundo que cada vez está más conectado. Esto nos facilita vernos como una sola humanidad, con anhelos y sueños muy similares, con respuestas muy parecidas frente al dolor y al amor y con las mismas necesidades físicas, psicoemocionales y espirituales. Así mismo, nos abre a la posibilidad de experimentarnos como parte de un grupo, una comunidad.
Acuario crea puentes que nos permiten ver las uniones que existen, donde antes veíamos separatividad. Esta perspectiva nos permite abrirnos a opciones creativas, llevándonos a un conocimiento que cada vez se hace más completo y complejo, al ser capaz de integrar diferentes puntos de vista y abrirse al diálogo para conseguirlo.
Esta vez, el encuentro mensual entre el Sol y la Luna coincide con el inicio del año nuevo chino, una de las festividades más populares de Asia. Cada luna nueva nos trae la opción de sembrar semillas y este 29 de enero no es la excepción.
En esta oportunidad, la luna nueva, nos abre a la posibilidad de pensar en que no podemos ver la energía en su estado de potencial puro, pero sí podemos ver sus manifestaciones. Una analogía es la de darnos cuenta de que no vemos la electricidad, pero podemos percibir la luz, el calor, el movimiento, los rayos durante las tormentas, o la forma en que funcionan las tecnologías y los aparatos eléctricos, entre otros. Te imaginas, entonces: ¿Cuántos otros inventos que se sirvan de la electricidad van a darse en los próximos años? La respuesta es más amplia de lo que podemos pensar en este instante…
Con este ejemplo, podemos ver que la energía puede tomar diferentes formas y que si nos abrimos a ella de manera creativa podemos renovarnos a cada instante. Y así, lograr una apertura en la que el cambio se convierta en una constante y nos permita experimentar opciones cada vez más novedosas en las diferentes áreas de nuestra vida.
En su danza cósmica, el sol y la luna estarán frente a frente el 12 de febrero. En esta ocasión, estamos invitados a soltar nuestra necesidad de controlar, de resistirnos al cambio y de buscar certezas. Es abrirnos a la posibilidad de entregarnos al sinnúmero de opciones que vienen con cada experiencia. Así, nos permitimos abrazar la incertidumbre y reconocer el cambio como la única constante, al tiempo que nos alejamos del anquilosamiento.
Desde esta perspectiva podemos vivir intensamente cada momento porque lo vemos como una manifestación única y cambiante de la que podemos ser testigos. Es como aprender a apreciar la belleza de una tormenta eléctrica en la que los rayos alumbran el cielo por un instante y nosotros tenemos la fortuna de presenciarlo.
Olga Lucia Toro
Astróloga.
Psicóloga y Periodista, U. Sabana.
Master In Mental Health, FAU.
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