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PUERTAS QUE NO SE CIERRAN

Nunca cierras una puerta, cada vez que piensas que estás cerrando una puerta estás abriéndote a una nueva oportunidad, a un nuevo ciclo. Piensa cómo, cuando cierras la puerta de tu casa, estás cerrando el mundo de tu hogar, tu espacio. Pero, al mismo tiempo, te estás abriendo al mundo exterior. Y cada vez que entras a tu casa y te encierras, estás cerrándote al mundo de afuera y estás adentrando en tu mundo interno. Con este sencillo ejemplo, podemos entender que no hacemos cierres definitivos, sino que cada final trae un comienzo y cada inicio traerá un cierre.

En la próxima entrega, vamos a hablar del último signo de la ronda del Zodiaco (Piscis), cerrando nuestro primer año de viaje cósmico. Aunque, en realidad, estaremos preparándonos para un nuevo comienzo. Una nueva travesía que nos llevará por todos los signos de una manera diferente. Imagina que en lugar de iniciar en un punto de la circunferencia y luego terminar llegando al mismo lugar, lo que hacemos cada vez es interceptar la circunferencia en un punto diferente, como si estuviéramos avanzando en una escalera de caracol, en un espiral.

SUBIENDO ESCALONES, DESCUBRIENDO COLORES

Iniciamos el viaje y cuando cumplimos un ciclo, nos encontramos en un nivel diferente que nos ofrece la misma esencia, pero esta vez de una forma completamente nueva. Es como si cada signo fuera un color y con cada vuelta nos preparáramos para descubrir un nuevo matiz. Si pensáramos en Aries como el rojo, descubriríamos el rojo carmín, el rojo tinto, el bermellón, el escarlata, el carmín, el granate y el coral, entre otros. Si Piscis fuera azul, tendríamos la oportunidad de explorar más de 20 diferentes tonos de ese color. Así, en cada retorno, tenemos un ambiente nuevo, un panorama diferente que nos ayuda a ampliar nuestra concepción de la experiencia.

La naturaleza es uno de los mejores ejemplos de este proceso. Durante el invierno nos da la sensación de que las plantas mueren, cuando en realidad lo que están haciendo es protegiendo su vitalidad, su esencia, para estar listas e iniciar un nuevo ciclo en la primavera. Después, en el verano, las vemos vestidas de flores y frutos, exuberantes y llenas de colores. En el otoño vamos a verlas teñir sus hojas de rojo y naranja, mientras se preparan para dejarlas ir. Luego, de nuevo en el invierno, se disponen a dormir para despertar a un nuevo ciclo unos meses más tarde, renovándose una y otra vez.

VISITANDO LO CONOCIDO

Nuestra vida funciona de la misma manera, una y otra vez vivimos experiencias muy similares. Una y otra vez nos encontramos con situaciones que nos parecen completamente desconocidas. Sin embargo, cuando las analizamos de cerca, nos damos cuenta que probablemente ya las hemos vivido. Constantemente tenemos primaveras profesionales, inviernos afectivos o tal vez otoños en los cuales debemos dejar cosas atrás y a veces no nos damos cuenta. Empezar a pensar de esta manera nos ayuda a ver la coherencia entre una y otras circunstancias, a aprender de las situaciones y a aplicar ese aprendizaje. Nos permite ver los puntos que conectan las experiencias y reconocer que podemos quedarnos atrapados en el invierno y luego no atrevernos a salir de allí. O podemos apegarnos en el otoño de una vivencia y no ser capaces de soltar, de dejar fluir. O tal vez podemos terminar soñando con un eterno verano, negando el paso del tiempo. Tener esta perspectiva nos ayuda a darnos cuenta que cada vez que detenemos el libre movimiento de los procesos, sufrimos, nos estancamos.

APRENDER UNA Y OTRA VEZ

Cuando estamos pequeños y aprendemos a escribir, primero hacemos bolitas y palitos en un cuaderno y luego, con el tiempo, cuando ya ganamos la maestría de escribir, nos encontramos con nuevos retos en los cuales vamos a tener que empezar de cero. Puede ser el enfrentarnos a un nuevo conocimiento que va a ser desafiante y en el cual vamos a iniciar casi como si estuviéramos aprendiendo a escribir por primera vez. Lo mismo ocurre a todos los niveles. Piensa en la primera vez que tuviste que poner límites frente a una situación. O en la primera vez que tuviste que ser asertivo y definir lo que querías de una manera clara y directa. También, en la primera vez que te paraste frente a un escenario y tuviste que hablar frente a un grupo de personas. Estas situaciones se repiten una y otra vez. Bien sea la primera presentación en el kínder, el colegio o la universidad o tu primera aparición como profesional frente a otro grupo de profesionales.

CERRANDO SIN CERRAR

Nuestra vida se desenvuelve en ciclos que se interceptan. Cuando te haces padre, no dejas de ser nieto, ni dejas de ser hijo, ni tampoco dejas de ser hermano. De la misma manera, cada vez que inicias un nuevo ciclo, no cierras completamente el ciclo anterior. Te llevas un aprendizaje que vas a poder aplicar a tu próxima experiencia. Así que, con esta idea en mente, nos preparamos para el cierre de nuestro ciclo con el signo de Piscis en nuestra próxima entrega. Al mismo tiempo abrimos la puerta para reiniciar un nuevo viaje cósmico que esta vez nos llevará a un lugar diferente, desde el cual podremos aprender un poco más de cada uno de los signos desde otra perspectiva

Aprender a ver los ciclos que se repiten en nuestra vida nos permite acercarnos a entender uno de los conceptos fundamentales de la astrología. Los planetas en su movimiento giran alrededor del sol, en órbitas eclípticas, generando ciclos de diferente duración. La luna se tarda 28 días, Mercurio 88 días, Venus 225 días, Júpiter aproximadamente 11 años, Saturno unos 29, Urano 84, Neptuno 164 y Plutón unos 247 años. Así que, si bien podemos llegar a experimentar un ciclo de Urano a los 84 años, la duración de la vida humana no nos permite vivenciar de manera directa un ciclo de Neptuno o Plutón. Y menos aún, poder vivir durante una Era astrológica que dura unos 2.160 años en promedio.

Sin embargo, si nos pensamos como una sola humanidad y analizamos su evolución a través de los grandes períodos, podemos ver que esta que no es lineal, sino cíclica, en espiral. Así, es posible conectarnos con estos grandes movimientos que sobrepasan el lapso de una vida humana. Entonces, la invitación de este “cierre” es a abrirnos a esta idea para poder conectarla a nuestra vida, hasta convertirla en una vivencia y poder vernos en la historia misma de la evolución.

Olga Lucia Toro

Astróloga.

Psicóloga y Periodista, U. Sabana. 

Master In Mental Health, FAU.

14 de febrero de 2025

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