Llegamos a la última estación de nuestro viaje cósmico y este lugar no podría ser nada diferente al espacio donde se rompen todos los límites y barreras previamente creadas en los signos anteriores para acceder a una unidad, una UNIDAD que lo abarca TODO. Así que prepárate para sumergirte en el mundo donde dejamos de ser una gotita de agua para convertirnos en el Océano mismo y experimentar la sensación de bailar con las olas y acariciar la arena del mar con cada vaivén.
La energía de Piscis nos invita a devolverle al universo y la naturaleza su carácter sagrado, a reconocer su inteligencia, aprender de ella y recuperar la conexión del alma humana con un cosmos lleno de sentido y del cual todos formamos parte. Se relaciona con el impulso humano básico de trascendencia, el anhelo de fundirse con un ideal invisible, de disolver los propios límites en la unidad cósmica, de fundirse en un sueño, de trascender este mundo de separación y límites y de experimentar el flujo del amor y la compasión más allá del ego personal.
Es la búsqueda de la realidad ideal, de la imaginación y de lo espiritual. Representa el océano de conciencia que disuelve todos los límites entre el yo y el otro, entre el yo y el universo, entre el yo y Dios, y entre esta realidad concreta y otras posibilidades. Se asemeja a la condición intrauterina en la que la conciencia del niño aún no se diferencia de la madre, donde hay una unión simbiótica, un sentimiento oceánico que derrite los límites.
Piscis nos habla de la capacidad de ir más allá de la razón y la lógica que nos enseñó a pensarnos y sentirnos separados de la naturaleza y del cosmos y a experimentarlos como objetos al servicio de nuestras necesidades, mientras perdían su carácter sagrado. Nos invita a ir más allá de la historia de la humanidad y la evolución de la conciencia humana, donde podemos ver la gradual pero radical separación del estado de unidad con la naturaleza y con la dimensión espiritual del ser. Nos lleva a disolver nuestras fronteras, a sensibilizarnos a todo: a otras personas, a sus estados internos, a los estímulos externos, y a otras realidades.
Si bien la ciencia y sus avances han sido fundamentales para el desarrollo de la humanidad, también es cierto que la negación de las realidades espirituales nos ha llevado a un estado cada vez más desdichado del alma humana, que se siente cada vez más aislada, más desconectada del mundo, más superficial e irrealizada. No es un secreto que la salud mental ha sufrido gravemente como resultado de la falta de conexión con la esencia de lo que nos hace humanos y que el alma del hombre moderno está en una búsqueda desesperada de trascendencia. Tenemos más comodidades que los faraones del antiguo Egipto y, sin embargo, no somos más felices.
Podemos entender a Piscis como el pegamento mágico que al unir y disolver las barreras nos permite experimentar la unidad espiritual, ya que es el arquetipo místico por excelencia. Nos abre las puertas al mundo artístico, al reino de la imaginación y a la fuente de la creatividad. También nos enseña a apreciar la sabiduría de los mitos, los sueños, los símbolos y el flujo de las imágenes en la conciencia. Nos anima a explorar el arte, apreciar la música, a recuperar el sentido de los rituales, a sentir sin miedo a perdernos en el océano de la existencia.
Piscis es la matriz espiritual del ánima Mundi, el alma del mundo o la psique cósmica. Nos ayuda a vivenciar que somos uno con el TODO y a comprender la frase de Carl G. Jung: “Nuestra psique está formada en armonía con la estructura del universo, y lo que sucede en el macrocosmos sucede igualmente en los rincones infinitesimales y más subjetivos de la psique”.
El próximo 27 de febrero la luna se fundirá en la oscuridad de la noche y una vez más será invisible para nosotros, sin embargo, la magia de lo que nos trae estará ahí. No la vemos, pero sabemos que está presente invitándonos a confiar en esa realidad que no percibimos desde la razón, pero a la que podemos acceder si nos entregamos a la experiencia de vivenciar la conexión con el TODO. Desde esa participación mística, disolvemos las divisiones entre nosotros y los otros y lo otro y entramos a formar parte del gran TODO. Allí, cada parte tiene un lugar único donde sentirse protegido y donde expresar su unicidad.
Un nuevo espectáculo en el cielo tendrá lugar el 14 de marzo, cuando la Tierra proyectará su sombra sobre la Luna, cubriéndola de manera total durante un lapso de aproximadamente una hora y seis minutos. Durante este eclipse lunar total, la sombra de la tierra le da un tono rojizo a la luna, un fenómeno que desde la antigüedad ha llamado la atención y que se ha denominado “luna de sangre”. Imagina por un instante la experiencia que podemos tener de esta visión si nos encontramos en la oscuridad de una noche sin luz eléctrica.
Esta maravillosa Luna Llena Piscis nos trae la posibilidad de darnos cuenta que nunca cerramos una puerta completamente, sino que al cerrar una nos estamos abriendo a otro espacio, otra dimensión donde podemos valorar lo aprendido y aplicarlo más adelante. Dicha comprensión nos facilita soltar y fluir, dejando atrás lo que ya no es valioso para nuestra evolución y abriéndonos a nuevas posibilidades.
Olga Lucia Toro
Astróloga.
Psicóloga y Periodista, U. Sabana.
Master In Mental Health, FAU.
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