Hoy, en nuestro viaje cósmico, estamos a punto de entrar en un lugar mágico en el cual la luz y la oscuridad se encuentran en perfecto equilibrio, un espacio en el que podemos pararnos en un centro desde el cual mirar las dos caras de la moneda y ver una perfecta armonía entre ellas. Entonces, desde allí, prepararnos para entrar en una nueva etapa en la cual podemos reinventarnos
Durante el movimiento de translación de la tierra alrededor del Sol y debido a la inclinación de su eje, nos encontramos con los equinoccios, que son dos momentos especiales en los que el día y la noche tienen exactamente la misma duración. Para quienes vivimos en el hemisferio norte, la entrada a ese espacio mágico es el 22 de septiembre, cuando tendremos la llegada del equinoccio de otoño. Por su parte, quienes viven en el hemisferio sur tendrán la presencia del equinoccio de primavera.
En la primavera, las plantas se preparan para vestirse de flores, mientras que en el otoño empiezan a dejar caer sus hojas para preservar solamente aquello que les es fundamental. Así es como, poco a poco, van soltando todo lo que no es esencial y así poder mantener la vida durante la siguiente estación: el invierno. De esta manera, la naturaleza nos invita a replantearnos qué es lo debemos seguir conservando para alimentar nuestra esencia y qué es lo que debemos soltar con la misma naturalidad con la que las plantas dejan que sus hojas se vuelvan amarillas y se caigan.
La entrada al otoño es un momento especial porque la luz y la oscuridad hacen presencia con la misma intensidad. La luz representando la esfera consciente, aquello que reconocemos y con lo cual nos identificamos fácilmente y la oscuridad simbolizando el inconsciente, la sombra, aquello que nos cuesta trabajo aceptar. Este es un momento propicio para dialogar, utilizando la imaginación, con las partes de nosotros que tendemos a rechazar. En este proceso podemos reconocerlas y aceptarlas como una parte de nosotros mismos. Y en esa aceptación, descubrir nuestro valor y fuerza como individuos. Es allí donde hemos sufrido, donde nos encontramos a nosotros mismos siendo capaces de renacer después de experimentar el dolor, de hundirnos en aquello que rechazamos, hasta que somos capaces de renacer ganando sabiduría en el proceso.
La llegada del otoño es el tiempo de la preservación de las semillas. Un momento para que te detengas a reflexionar y elijas lo que quieres sembrar para tu futuro. Una pausa en el camino para redireccionar tu ruta y emprender tu viaje con una mirada más amplia del horizonte. ¡Disfrútalo!
Olga Lucia Toro
Astróloga.
Psicóloga y Periodista, U. Sabana.
Master In Mental Health, FAU.
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