UNA CLAVE MÁS PARA LEER EL CIELO
Hoy iniciamos nuestro viaje cósmico poniendo nuestros ojos en una maravillosa nave espacial que gira alrededor del Sol en una órbita elíptica de 930 millones de kilómetros y a una velocidad promedio de 107.280 km/h. Una nave que no se detiene por necesidad de combustible o cambio de repuestos y que en su interior manifiesta los cambios más espectaculares que podamos imaginar. Lo más interesante de esa nave, es que alberga millones de seres, y en ella tú y yo estamos viajando en este momento.
Esa hermosa nave espacial, a la que llamamos la tierra, fue considerada por persas, egipcios y griegos un organismo vivo e influenciado por una serie de fuerzas cuyo origen está en el cielo. El hombre moderno tiene una relación con la madre tierra, la agricultura, los animales y consigo mismo, en la cual poco a poco se han ido olvidando las fuerzas estelares. Se piensa que todo es medible, analizable, cuantificable, como si la única realidad fuera la materia. Sin embargo, el hecho de que no se reconozcan las energías sutiles responsables de los cambios en el mundo de físico, no quiere decir que dichas fuerzas actúen menos hoy que en el mundo de nuestros ancestros. No podemos negar que existen unos ciclos y ritmos en el universo y que alinearnos con ellos nos permiten reencontrar nuestro balance a nivel físico, emocional y mental.
DE LA ECOLOGÍA A LA ASTROLOGÍA
El término ecología fue acuñado en 1869 por Ernst Haeckel, un biólogo alemán, Quien la definió como el estudio de la interdependencia y la interacción entre los organismos vivos, animales y plantas y su ambiente, es decir, los seres inorgánicos. Desde ese momento se empezó a estudiar esa relación natural entre el hombre y su ambiente. Con esta perspectiva, la biología dio un paso fundamental para acercarse al entramado de interacciones que mantienen la vida en el planeta.
Si pensamos en la ecología como una forma de entender la relación de interdependencia de los seres con su medio ambiente, de manera que la tierra es un ser vivo con el que interactuamos, el próximo paso sería pensar en la astrología como una forma de estudiar nuestra relación con el cosmos.
Hoy sabemos que los elementos químicos presentes en las transformaciones estelares son los mismos que encontramos en el universo y en nuestros cuerpos. Estamos compuestos de hidrógeno, helio, oxígeno, carbono, magnesio, silicio y hierro, entre otros, tal como lo están las estrellas más distantes. El sol está compuesto mayormente por un 73% de hidrógeno. Mercurio tiene una composición del 65 a 70% de hierro, siendo el planeta que más contiene este elemento en el sistema solar. Y Venus, por su mencionar algunos, tiene una atmósfera con un 96% de dióxido de carbono. Estas apreciaciones nos ayudan cada vez más para acercarnos a comprender mejor la afirmación del observatorio Chandra de rayos X De la NASA “Tú eres una estrella”.
Si estamos hechos de los mismos elementos que las estrellas, muy probablemente nos afectan las mismas fuerzas celestes que las rigen a ellas…
Olga Lucia Toro
Astróloga.
Psicóloga y Periodista, U. Sabana.
Master In Mental Health, FAU.
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