Llegó la primavera y el jardín ya lo sabe. Las plantas han empezado a florecer pintándolo de colores y los arbustos con su follaje lo están haciendo cada vez más espeso. En el cielo, la temperatura de la luz del sol ha empezado a cambiar, tornándose más amarilla, más brillante, dándole más vida a lo que vemos. Los días se van haciendo poco a poco más largos y nos van dando la oportunidad de disfrutar más horas de luz. Nos abrimos a un nuevo ciclo, estamos a punto de iniciar un nuevo año astrológico. Nos acercamos al cierre de un año donde hicimos un viaje cósmico por cada uno de los signos del Zodiaco, deteniéndonos en cada estación y recibiendo los regalos que cada uno nos reveló.
La entrada de la primavera se nos presenta como una flor que se abre ante nuestros ojos, trayendo la oportunidad de detenernos y evaluar lo que queremos mantener en nuestra vida y aquello que deseamos cambiar. Es un buen momento para hacer una limpieza emocional de primavera, un momento para revisar nuestros pensamientos, nuestras acciones, hábitos e ideales. Nos trae una reflexión en la que después de salir del otoño que nos llevó a replegarnos y del invierno con sus noches largas, vamos entrando en la luz que nos puede ayudar a iluminar nuestra vida. No importa que no estemos en un lugar donde las estaciones sean muy marcadas. De todas maneras, si prestamos atención, veremos cómo la naturaleza se comporta de manera diferente a lo largo del año. Así mismo, con un poco más de atención podremos notar nuestro estado de ánimo y sus cambios, nuestro nivel de energía y bienestar. Y poco a poco, empezamos a reconocer los momentos en los que tenemos más vitalidad, nos sentimos más extrovertidos y con más deseos de hacer cosas nuevas o, por el contrario, tenemos necesidad de retraernos y tal vez descansar.
En esta ocasión, te invito a pensar cómo la naturaleza, cada año durante el final del otoño y a lo largo del invierno, guarda sus colores y prepara el esplendor exótico de su follaje para ofrecérnoslo durante la primavera y el verano. Asimismo, a nivel interior, podemos alinearnos con los ciclos naturales y utilizar este tiempo para manifestar nuestras más bellas cualidades y permitirnos iniciar aquellos proyectos que hemos tenido guardados en la oscuridad del invierno durante tanto tiempo.
El día de la entrada de la primavera es el equinoccio de primavera, un día en el que tenemos una noche y un día con la misma duración. De esta manera, se nos da una oportunidad para hacer un balance, una revisión de todo aquello que está en nuestro inconsciente (el mundo de la oscuridad) y todavía no hemos podido procesar, resignificar o mirar de una manera diferente. Al mismo tiempo, tenemos acceso a ver todas las oportunidades que nos trae la luz del día (nuestro consciente) invitándonos a reconocer nuestras habilidades. Es un momento para empezar a abrirnos a nuestro potencial, de la misma manera como las flores empiezan a hacerlo. Un momento de empezar a explorar los diferentes matices que podemos manifestar con nuestras cualidades y darle más color a nuestra vida.
Estamos en un momento de pausa y reflexión, de preparación para este nuevo ciclo, para empezar el año astrológico que arranca el 20 de marzo con la entrada en el signo de Aries. Las ardillas están haciendo sus nidos preparándose para la llegada de sus crías. Nosotros podemos crear espacios mentales y emocionales y prepararnos para gestar nuevas ideas y materializarlas en los próximos meses. Es un buen momento para preguntarnos: ¿Cuáles son los sueños, las esperanzas, las ilusiones que se fueron opacando en el invierno de las rutinas y la falta de ilusión? ¿Cuáles son las ideas a las que puedes regresar ahora, aprovechando el impulso que nos ofrece la naturaleza? ¿Cómo te gustaría iniciar el nuevo año astrológico?
Cuando nos reconocemos parte de los ciclos de la naturaleza y empezamos a danzar con ellos, a dejarnos llevar por su ritmo natural, encontramos la manera de desarrollar nuestro potencial de manera más fluida. Aprendemos a movernos con los ciclos y ritmos inherentes a la vida.
La semilla que se encuentra dentro de la tierra oscura, lo sabe. Desprotegida de la carnosidad del fruto y separada momentáneamente del árbol, encuentra el valor y la fuerza para buscar la luz, germinar y convertirse en una planta. Ella sabe que posteriormente va a brillar tanto como el árbol original y que nos va a dar sus frutos. El potencial para manifestar nuestras mejores cualidades y permitirnos ofrecer al mundo nuestros talentos nos es tan inherente, como lo es para la semilla convertirse en árbol. Así que te animo a regar las semillas de tus sueños y a entregarte a la primavera confiando en los resultados. Como lo expresa el proverbio zen “tranquilamente hacer nada, llega la primavera y la hierba crece sola»
Olga Lucia Toro
Astróloga.
Psicóloga y Periodista, U. Sabana.
Master In Mental Health, FAU.
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