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SABOREANDO EL TIEMPO Y PREPARÁNDONOS PARA RECIBIR UN REGALO

Hoy quiero invitarte a pensar en el tiempo de una manera diferente. Para ello, imagina que hay un delicioso pastel cubierto con tu crema favorita y adornado con trocitos de las frutas más deliciosas. Alguien lo divide por la mitad. Cuando pides un pedazo, lo cortan sacando una porción de la parte de adentro (sin crema ni frutas). Te dicen que tu parte pesa igual que las otras porciones, pero te das cuenta de que evidentemente no te va a permitir disfrutar todos los sabores …

Ahora, pensemos en el tiempo. Lo medimos en días, semanas, meses y años. Con ello y tenemos la sensación de que la división es igual. Sin embargo, de esta forma dejamos de medir la calidad del tiempo, sus cambios, sus ciclos y lo que nos trae en cada momento. Nos enfocamos en la cantidad. Dejamos de lado la ciclicidad que viene con los días y las estaciones. Así, perdemos la oportunidad de darnos cuenta de cómo nuestro cuerpo, nuestra psique y las diferentes esferas de nuestro ser responde a dichos cambios. En fin, dejamos pasar la posibilidad de “saborear” el tiempo.

LOS DÍAS, LAS NOCHES, LAS ESTACIONES Y TU BIOLOGÍA

Olvidamos que la naturaleza con sus estaciones nos muestra ciclos, que la luna con sus cambios nos habla de meses lunares de 28 días y que para conectarnos con ese tiempo no hacen falta los relojes, sino prestar atención a los cambios en la naturaleza. Cuando logramos verlo, descubrimos hechos como el que nuestra falta de energía en el invierno es una respuesta biológica a los cambios de estación. De hecho, existe el trastorno afectivo estacional (TAE), el cual es una forma de depresión que sigue un patrón estacional. Tiende a comenzar en el otoño e invierno y desaparece en primavera y verano. Produce alteraciones en el estado de ánimo, ya que menos luz significa menos serotonina, la cual es un neurotransmisor que regula múltiples funciones en el cuerpo, como el estado de ánimo, el sueño, el apetito y la digestión. Las noches más largas del invierno también impactan nuestra biología. Así, los días más cortos y las noches con más oscuridad desencadenan un aumento en la producción de melatonina, una hormona que favorece el sueño, lo que provoca sensación de fatiga o pereza.

Hay muchos otros cambios que ocurren en la naturaleza y por supuesto en nuestra biología. Hoy, mientras nos estamos acercando a la entrada del invierno, te invito a aprovechar este tiempo de reflexión. Cuando la luz del Sol, que representa el consciente, tiene menos duración y va dando paso a noches más largas, regidas por la luna y que se asocian con el inconsciente, es el momento de entrar en nuestro mundo interior.

 

DESPUÉS DE LA OSCURIDAD, VIENE … LA LUZ

En el otoño, los árboles empiezan a dejar ir sus hojas y a prepararse para el invierno, donde lo importante es cuidar la vida y mantenerla para que pueda renacer y florecer en la primavera. La hibernación es la estrategia de esta estación y es una manera de adentrarse para conectar con la esencia. A nivel psicológico, la introspección es una especie de hibernación y es el primer paso en el proceso de transmutación. Para lograrla, los ritos son una clave fundamental. Según Carl G. Jung podemos activar la introspección mediante actos rituales que representen una preparación espiritual. Por ejemplo, se pueden recitar invocaciones, plegarias, mantras, o hacer meditación y crear espacios propicios para reconectar con nosotros mismos. Estos actos rituales tienen por finalidad orientar la energía psíquica hacia lo inconsciente, llevándola a la introversión. A través de este proceso, vamos desarrollando una mirada más consciente y amorosa, que nos permita disfrutar el gozo de reconocer nuestra esencia.

LA LUZ DEL INVIERNO

Así, nos preparamos para adentrarnos en las noches más largas que encuentran su máximo el 21 de diciembre con la llegada del solsticio de invierno. Ese momento, celebra la victoria de la luz sobre la oscuridad. Así como el sol vence a la noche, estamos invitados a iluminar nuestras oscuridades, buscando claridad en el camino y entregándonos al proceso con confianza. Con ello, despertamos la conexión con el aspecto sagrado de nuestro Ser, el cual es paz, amor, compasión y una fuente inagotable de bienestar.

La victoria sobre la oscuridad representa la victoria del espíritu humano sobre nuestra sombra (los aspectos negativos, reprimidos o inconscientes de uno mismo). Y el renacimiento del sol en el solsticio de invierno simboliza la integración de dichos aspectos y por ende un nuevo comienzo. Este es un proceso que se repite una y otra vez. Y, en el camino, es importante detenernos de vez en cuando y contemplar todo lo que sucede en nuestro interior con más claridad y objetividad. Debemos entrenar la conciencia reflexiva, soltar nuestras limitadas elaboraciones mentales, estar en el presente y cultivar la verdadera libertad que nos permite simplemente ser.

Así que aprovechemos este tiempo y las cualidades que nos ofrece para alinearnos con la sabiduría de la naturaleza, abramos la puerta de la reflexión y la introversión para recibir el regalo de luz que ya se está gestando y que se nos entregará el 21 de diciembre. Te invito a iluminar tu corazón con alegría, paz, amor y la confianza en que la luz siempre triunfa sobre la oscuridad. Feliz caminar hacia el solsticio de invierno.

Olga Lucia Toro

Astróloga.

Psicóloga y Periodista, U. Sabana. 

Master In Mental Health, FAU.

3 de diciembre de 2025

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