Iniciamos nuestro viaje cósmico en marzo con el renacer de la naturaleza, la entrada del Sol en Aries y el equinoccio de primavera. Disfrutamos el esplendor de las flores y frutos con el solsticio de verano y la entrada del Sol en Cáncer. Hace un mes tuvimos el equinoccio de otoño con la entrada del Sol en Libra, un momento en el que las hojas de los árboles empiezan a caer para que los nutrientes se concentren en cuidar la vida de los mismos. Ahora, un mes después del inicio de esta estación, nos acercamos a la entrada del Sol en Sagitario para después entrar nuevamente en el invierno en diciembre y volver a renacer en la primavera.
Este ciclo que se repite interminablemente nos permite, cada año, ir ahondando en el significado y las cualidades de cada estación. Así, al transitar por el otoño surge un momento de recogimiento, de introspección que nos permite contactar con las preguntas fundamentales de nuestra existencia y de esta forma se empiezan a tejer las filosofías, los mitos, las búsquedas de significado que vienen con la oportunidad de noches más largas que nos muestran la inmensidad del cielo estrellado. Y, de esta manera, contactar con Sagitario.
Sagitario nos habla de la necesidad de explorar, bien sean nuevos horizontes geográficos, nuevas aventuras o alcanzar una visión superior a través del viaje a nuestro interior. Es el reconocimiento de los límites y la finitud de lo biológico que emprende la exploración hacia las filosofías que guíen al ser humano en la búsqueda de su trascendencia. Es el mundo de las ideas que no pertenecen a lo terrenal, sino que tienen una aspiración espiritual que busca la libertad. Su meta es romper las limitaciones generadas por la estrechez de los paradigmas que gobiernan nuestra vida para abrirnos a la posibilidad de elevar la mente a niveles superiores. Sagitario es un llamado a mirar nuestra vida más allá de las preocupaciones y ambiciones de la vida cotidiana para permitirnos la entrada en las dimensiones trascendentes, donde todo conocimiento puede volverse mucho más luminoso y elevado. Es abrirnos a la exploración de nuevas ideas. También es, como lo afirmaba Jung, el reconocimiento de que una mente inflexible y un tipo de conciencia enfocada hacia lo objetivo, lo material y lo observable solo puede ofrecernos una vida limitada.
La energía de Sagitario nos estimula a movernos hacia una transformación profunda que va al encuentro del impulso instintivo de crecimiento, a conectar con la tendencia innata de la psique humana a encontrar su centro, su Sí-Mismo, a través de un camino progresivo de autoconocimiento. Nos invita al viaje personal que lleva a conectar con nuestra naturaleza superior y al descubrimiento de que lo físico y lo psíquico son las dos caras de una misma moneda, que lo externo y lo interno se encuentran profundamente vinculados y que el espíritu y la materia se encuentran hermanados en una unidad.
La energía de Sagitario nos ayuda a comprender que los ideales de trascendencia en los que la ética y los valores superiores pueden llegar a ser una realidad. De manera que, apoyados en el amor por la verdad y la búsqueda de un sentido trascendente, se puede continuar trabajando por ellos.
En su encuentro cíclico con el Sol, tendremos la luna nueva de Sagitario el primero de diciembre. Su mensaje nos lleva al reconocimiento de que una vez satisfechas las necesidades básicas de alimentación, cobijo, sueño, etc., es insuficiente pretender alcanzar el máximo de nuestro potencial a través de la acumulación de lo material buscando seguridad. En palabras del psicólogo Abraham Maslow “Uno puede elegir por ir hacia la seguridad o avanzar hacia el crecimiento. El crecimiento debe ser elegido una y otra vez; el miedo debe superarse una y otra vez”. La libertad, el gozo y la confianza se van descubriendo por ese camino, al alinearnos con un propósito elevado que ilumina la existencia y está sincronizado con la vida.
En el movimiento danzante de la luna y el sol, el quince de diciembre, nos encontramos con esta pareja uno frente al otro presentándonos la luna llena Sagitario. Esta vez, nos lleva a reflexionar sobre el punto medio entre la autonomía, la independencia, la claridad de metas y el compromiso social y la capacidad de darnos cuenta de las propias limitaciones. Es la habilidad para reconocer los propios talentos y al mismo tiempo no excedernos en el servicio más allá de nuestras capacidades. Es poder ver las dificultades que se generan, cuando se toman muchas responsabilidades y ser capaz de tomar distancia sin conflictuarse. Es en ese equilibrio que se activa la sabiduría interior y se conecta con ideales que puedan llegar a materializarse.
Olga Lucia Toro
Astróloga.
Psicóloga y Periodista, U. Sabana.
Master In Mental Health, FAU.
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